Esta es una pregunta aparentemente inocente, o sencilla, pero que nos tendríamos que hacer todos. Yo sé que tú, que me lees, probablemente tienes fe. Porque mi público se compone en un tanto por ciento altísimo de mujeres católicas. Lo sé porque evidentemente cuando acuden a la Naprotecnología, en muchos casos es porque no quieren acudir a unas técnicas que chocan frontalmente con su idea de la persona, de la sexualidad y de la procreación. Lo sé porque muchas veces hablamos de Dios en la consulta.
Lo sé pero también sé que muchas veces nos falta profundidad en la relación con Jesús.
Muchos modos hay de hacer oración y en ellos se contienen los modos vocales, mentales, comtemplativos, etc. Pero hay una forma de oración que os recomiendo sobre todas las demás (que son buenas por supuesto y ayudan), lo más excelente es ponerse delante de Cristo vivo en la Eucaristía.
En silencio.
Y escuchar.
Todo el que dice que Dios no le habla. Todo el que dice que Dios no le escucha, todo el que está enfadado, rebotado, alejado… no se ha puesto delante del Sagrario en silencio. Y de modo prolongado, claro, no hablo de cinco minutos sino de, más bien, al menos media hora.
Te garantizo que si de tus 24h le dedicas al menos media (o idealmente una) a ponerte de rodillas en silencio de Jesús, tu vida va a cambiar. Te lo digo con garantía total, con certeza total.
Pero tienes que callarte externa e internamente, aplacar al «locutor loco» que nos habla constantemente, y escuchar a tu Dios, que tantas cosas quiere decirte.
Pruébalo un mes. Y me cuentas.