Manifiesto de mi consulta

He estado reflexionando mucho sobre el manifiesto de mi consulta, mi visión o como queráis llamarlo. Y he decidido compartirlo con vosotros porque me parece importante que me conozcáis y sepáis cómo es mi consulta y qué podéis esperar de ella cuando venís.

No depende de mí que te quedes embarazada. Tampoco depende de ti. Por supuesto que vamos a trabajar juntos en esto pero no puedo darte una garantía. Los hijos son un don. Y los da Dios. Si quiere. Y cuando quiere. Vosotros, y también yo, somos instrumentos en esta historia, y estamos a Su servicio. Cuanto antes integremos esta realidad en nuestra historia, ¡más salud física, mental y espiritual tendremos! Más felices seremos. Lo he visto cientos de veces en mis pacientes.

Esto sí que te lo prometo. Voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que mejores. Voy a estudiar más, voy a usar todo lo que he estudiado, voy a estar atenta si salen cosas nuevas y a intentar exprimir los encuentros y congresos. Voy a estudiarme vuestro caso otra vez, voy a modificar la medicación según mi leal saber y entender y voy a apoyaros en todo lo que necesitéis. Si necesitáis asesoría sobre asuntos éticos, pastorales, o cualquier consulta tenemos a las personas que componen Naprotec para ayudarnos. Si necesitáis derivación al psicólogo, sexóloga, orientador o sacerdote, tengo personas fantásticas en el equipo del COF. Si os hace falta tomaros un respiro, saber cuándo parar, hablar de adopción, de acogida… ahí estaré para acompañaros

Eso la mayoría de vosotros, lo sabéis. Es un camino poco transitado, una puerta estrecha y una cruz. Requiere perseverancia, constancia, amor, esquivar obstáculos y no cansarse nunca de estar empezando siempre. Requiere ánimo, alegría, saber sacudirse la arena del camino y mirar hacia delante.

Esto también puedo prometértelo. Quererte implica que a lo mejor alguna vez tengo que decirte algo triste, o desagradable, que no me gustaría ni a mí decir ni a ti oír. Pero te voy a ser sincera, eso siempre. Y te voy a querer de corazón. Porque eres parte de mi fecundidad. Porque Dios te ha puesto en mis manos durante un trocito de nuestra vida.

Como te digo, tengo claro que a mí los pacientes me los manda Dios. Ni mi marketing, ni nada. Mi marketing sois vosotros, que me elegís día a día para ser vuestro médico y vuestra amiga. Como os manda Dios, Él debe encargarse también de vosotros y yo os pongo en Sus Manos de Padre todos los días.

Ahora y siempre queridos pacientes, ¡estamos juntos en esto!

El camino no es vuestro, ni mío, es NUESTRO.

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