La vida está llena de despedidas. Y es muy probable que tú te hayas despedido de muchas personas que fueron claves en tu vida. Puede ser porque ya no están aquí. Puede ser porque tus caminos se separaron. Puede ser porque la cosa no acabó bien, puede ser..
Esta semana he tenido una despedida pero ha sido de las bonitas. Unos pacientes queridísimos (y lo digo desde el corazón y la conciencia) han terminado su ciclo en la Naprotecnología. Han hecho todo lo que estaba en su mano. Yo también. Hemos caminado y luchado juntos durante un tiempo de nuestras vidas. Y ahora, nuestros caminos se separan. Yo los considero amigos y espero que también ellos me consideren así. Me han enseñado muchas cosas, han sido excelentes pacientes, nos hemos reído, quejado, avanzado, estancado y cambiado juntos. Fueron de la «segunda hornada». No de los primerísimos, pero casi. Eso no se olvida. Miro atrás, y miro dentro de mí y veo todos esos momentos preciosos que hemos compartido y sólo me brota agradecimiento. Claro que me hubiera gustado un embarazo. Claro que a ellos también. Sin embargo la vida es caminar, aceptar, y seguir. Nuestro destino, como decían, es el cielo. A nosotros nos importa ir. Al terminar la consulta me dio su libro de Creighton, sus materiales, sus gráficas y sus pegatinas, me recordó a un torero entregando «los trastos de matar». Finalizando una etapa.
Y despidiéndome pensé que la vida está llena de momentos hermosos, de momentos que no quiero perderme, aunque a veces se sufra en ellos.
Y a vosotros, que sabéis quiénes sois, os quiero. Y gracias.